La 94ª premiación de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood será inolvidable… desafortunadamente.

Hace años que los Oscar pierden audiencia, básicamente porque el negocio del cine y la televisión cambió con el streaming y el show perdió buena parte de su poder de vidriera global.

Este año volvió a la “normalidad” de una sala colmada; la conducción -asignada a las actrices Regina Hall, Amy Schumer y Wanda Sykes- y la usual seguidilla de presentadores, apertura de sobre y discurso de aceptación, pero los intentos de acortarlo -premiando las categorías con menos rating fuera de cámara- resultaron tan vanos como antipáticos y fue alargándose apenas interrumpido por los números musicales de las candidatas a mejor canción y varios tributos -además del segmento “In Memoriam” -, entre los que destacó el dedicado a El Padrino.

La novedad del premio del público – ganado por El ejército de los muertos–  pasó casi inadvertida, mientras que el momento más notorio de la noche y el más violento de la historia de los Oscar fue cuando Will Smith sopapeó al comediante Chris Rock por hacer una broma de mal gusto sobre Jada Pinkett Smith – su esposa-, poco antes de recibir su cantada estatuilla como mejor protagonista masculino entre lágrimas de emoción y cataratas de excusas.

Después, la repartija – aquí la lista completa– siguió tan políticamente correcta como se pudo y el poco suspenso de la noche se vivió sobre el final cuando Jane Campion fue premiada por mejor dirección y se pensó que El poder del perro sería el mejor film, aunque finalmente fue CODA.

Drama bien intencionado, pero del montón producido por Apple TV, por lo que la plataforma de streaming se convirtió en la primera en llevarse el premio mayor y en la puerta formal a otras.