Salas artísticas
Museo de Bellas Artes
El Museo de Bellas Artes recuerda en cada una de sus cuatro salas a figuras del arte bahiense. Un recorrido con nombres propios es el homenaje a estas historias y legados.
“Las salas hacen referencia a artistas bahienses, algunos de ellos impulsores, otros directores”, comenta Christian Díaz, director del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) y de Bellas Artes (MBA). Agrega que las denominaciones ya existían cuando el MBA se encontraba en el subsuelo del Palacio Municipal, “se trajeron, se adaptaron y se les designaron estos nuevos lugares”. La decisión de nombrar las salas se conjugó en una ordenanza municipal, “Betiana Gerardi puso en vigencia esto, y se volvieron a poner las placas durante su gestión como directora”, fue en agosto de 2006, a colación del 75 aniversario de la institución cultural.
Saverio Caló, Domingo Pronsato, Ubaldo Monacelli y Arnaldo Collina Zuntini son los artistas recordados en pequeñas placas que den nombre a cuatro de las seis salas del Museo de Bellas Artes.

Nombres y hombres

Domingo Pronsato ha ganado un lugar de reconocimiento, solo su nombre hace un espacio en la historia local. Nació en 1881 en Bahía Blanca, y sus padres pertenecían a esta tierra. Realizó sus estudios en la Universidad de Buenos Aires, se doctoró en la Universidad de Génova y recibió su título de ingeniero electrónico en Turín, incluso se especializó en arte en Milán. Con su regreso y el título de ingeniero, su obra también constituyó una visión de la ciudad. El ingeniero realizó estudios de las cuencasacuíferas, la geología del lugar y los depósitos de hidrocarburos, fue quien defendió el proyecto de abastecimiento de agua desde el Río Colorado. “Intervino en la fundación y trazado de Algarrobo, Teniente Origone, Juan A. Pradere, Villalonga y Balneario Monte Hermoso. Fue el topógrafo civil que más tareas realizó en el país, culminando 25 años de trabajo con la elaboración del catastro municipal de Bahía Blanca”, recuerda la Ley 14409, expedida en 2012 por la Cámara de Diputados y Senadores de la provincia de Buenos Aires. Dentro de su actividad política, destacó como concejal. Inauguró la primera oficina turística en 1947, impulsando la unión con la ciudad de Valdivia, en Chile. También pujó por el proyecto del Ferrocarril Trasandino. “En 1929, su idea era la creación de una nueva provincia, estableciendo a Bahía Blanca como centro de un eje económico, vinculando el puerto con las provincias limítrofes; y nuevamente impulsando una vía férrea uniendo la ciudad con Talcahuano. En este sentido, en 1941 fundó la Comisión Pro-Ferrocarril Trasandino del Sur”. Dentro de la actividad regional proyectó el hotel de madera de Monte Hermoso, que fuera abierto en 1918 en la playa que se denominó Faro Recalada.
Como artista, Pronsato legó pinturas, libros y escritos, que contribuyeron al patrimonio local. Integró la junta de descendientes de la legión italiana de Olivieri y fue presidente honorario del Departamento de Economía y Turismo de la Corporación del Comercio, Industria y Servicios de Bahía Blanca, que recientemente le rindió homenaje llamando con su nombre la sala principal del directorio”, por lo tanto, en la ciudad se encontrarán dos ámbitos con su nombre. Desapareció en 1971, y es recordado por su fuerte impronta y labor.

Figuras y paisajes
Saverio Caló, artista nacido en Italia en 1903 y fallecido en 1963, desde pequeño manifestó su vocación por el dibujo. Es recordado como un artista impresionista, que volcaba en sus lienzos figuras humanas y paisajes. Recibió clases de Ubaldo Monacelli, precursor del arte en la ciudad, Caló ganó un segundo puesto en el Primer Salón Anual de Arte, con apenas más de 20 años. Sus trabajos ganaron galerías, salones, premios y participaciones a nivel local, nacional e internacional. Caló fundó y dirigió la Escuela de Bellas Artes Proa y en 1954 fue director del Museo Municipal de Bellas Artes, momento que el mismo se traslada a la sede de la calle Alsina, y permanece en este lugar hasta 2001.
El artista perteneció a la Orden del Tornillo, grupo selecto fundado por Benito Quinquela Martín, la distinción le llegó bajo el lema: “este tornillo los volverá cuerdos, muy por el contrario, los preservará contra la pérdida de esa locura luminosa de la que se sienten orgullosos”. A partir de esta distinción, licencia irónica de su creador, se debió convertir en cultor de la “la Verdad, el Bien y la Belleza”. Su gestión fue enriquecida gracias a las amistades que había entablado con Antonio Berni, Demetrio Urruchúa, Juan Carlos Castagnino y el propio Quinquela, quienes realizaron aportes artísticos para la conformación del patrimonio actual.
“El maestro” era el apodo recibido por Ubaldo Monacelli, formador de los artistas de los años ’40, se lo recuerda como un precursor y mentor de varios creativos locales. Llegó desde Italia, después de 1910, había estudiado en la Academia Nacional de Pintura de Roma. Se dedicó a la docencia y para ello, creó su propia academia de pintura. Dentro de su actividad social, impulsó la formación de Proa, Asociación de Artistas Unidos y fue presidente de la Sociedad de Artistas del Sur, entidad que aún hoy organiza actividad propia.

Recientes y fundantes
Arnaldo Collina Zuntini ejerció el cargo de director del Museo desde 1968. En el correr de esos años, la sede se encontraba aún en el subsuelo de Alsina 65. Fue presidente de la Asociación Artistas del Sur en 1947 hasta 1955. También deja su impronta como artista y dirigente cultural en su generación.
“Una de las figuras que rescato dentro del Museo, y creo que fue fundamental para la creación del mismo es Enrique Cabré Moré, creador de la Comisión Municipal de Cultura, que se constituyó como un ente propulsor del Museo de Bellas Artes”, rescata Díaz. Fue arquitecto y realizó muchos trabajos de esta disciplina junto a Manuel Mayar Méndez. Es recordado por la creación del escudo de la ciudad y el hallazgo de los restos del Coronel Ramón Estomba, hechos con los que demostraron su compromiso con la vida y la historia local, a pesar de ser oriundo de España. Su interés y entrega a la formación de Bahía Blanca le trajo muchísimos reconocimientos de instituciones, de los que pudo disfrutar ya que vivió 83 años, y falleció en 1986.
El conocimiento de estas denominaciones resignifica cualquier recorrido que hagamos por la María Luisa, esas salas están marcadas por obras y gestiones, como diría Eduardo Galeano, “nadie se va del todo, mientras no muera la palabra que, llamando, llameando, lo trae”.

Autor: Redacción EcoDias

Categoría: Local
2018-10-04 20:39:29
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