En el marco de su aniversario, la agrupación que convoca a artistas del ámbito musical publicó un comunicado en el que narran y explican las implicancias de pertenecer a un espacio que trabaja por la cultura, la educación y el juego.

En su página web, el grupo publicó el texto leído en la apertura de la primera celebración de su aniversario: “Somos Unión, Somos Músicos, Somos Músicas, somos del Sur. Palabras que, como la música, suenan y significan muchas cosas. Somos deseo. Somos cuerpo. Somos comunidad. Somos silencio, a veces, solo cuando queremos escucharnos, cuando queremos respirar, cuando queremos cuidar nuestros instrumentos.

Diez años es mucho: son miles de personas, cientos de proyectos, decenas de peleas e infinitas posibilidades. Festejamos por lo que hicimos y pelearemos por lo que falta.

Festejamos con ustedes. La música nunca es en soledad. Nada, es en soledad. Somos muchos, somos muchas. Somos parte de una orquesta que quiere bailar con su pueblo. Somos orquesta. Somos la única orquesta que decide qué tocar y a sus directores. 

Festejamos por lo que hacemos y recordamos a quienes faltan. Quienes faltan porque fueron robados, desaparecidos, secuestrados, porque la precarización los mató (la precarización mata y no cabe la poesía para denunciarlo), porque el Estado no garantizó sus derechos o porque un macho las violentó. Nos faltan aquí pero están en nuestro canto.

Festejamos, celebramos nuestra existencia, el hecho de ser parte de algo que hacemos en conjunto, de saber que somos porque somos con otros y con otras. Además de festejar, jugamos. 

Hacer música es también un juego. Para nosotros, para nosotras, para los niños y las niñas.

¿Qué nos pasa como personas adultas que, cuando queremos jugar, solo se nos ocurren malos negocios? ¿Por qué el juego nos parece solo cosa de la niñez?

Porque somos músicos y músicas, queremos cuidar la niñez. Cuidarla no es ponerle anteojeras para que no vean el mundo al que les invitamos, uno en el que el juego se parece más a una ruleta rusa –con apostadores financieros y en el que siempre ganan los mismos–. Cuidar la infancia es ponerle micrófono, es escucharla, es que puedan bailar, cantar y sobre todo comer y ser amados. Porque tenemos que decirlo aunque parezca algo muy lógico: para cantar y bailar hay que haber comido y aprendido de la caricia.

Queremos jugar con ustedes: y ya se sabe, la mezquindad es de malos perdedores. Para jugar proponemos reglas claras para quienes nos sumemos a jugar y también queremos saber contra quién jugamos y con quienes no se puede jugar.

No están invitados a nuestro juego los poderosos, los que cierran talleres en el barrio, los que nos arrebatan las sonrisas, los que se roban la pelota, los que precarizan el trabajo y la vida, los violentos, los machistas, los alcahuetes de los poderosos, de los precarizadores y de los violentos.

Queremos cantar, queremos jugar, queremos aprender. Queremos vivir en libertad y con la responsabilidad del juego. Queremos que democracia no sea una palabrita sin sonido. Queremos amplificar nuestra voz en todos lados, y nuestra voz es la voz de cualquiera que trabaja y que quiere vivir jugando.

Somos una orquesta que intenta escribir esta partitura que lleva diez años”.