La nostalgia audiovisual recuperaría un famoso extraterrestre de la televisión ochentera.  

La trama de la serie Alf (1986/ 90) era simplísima: Una pequeña nave se estrella contra la casa de una familia estadounidense típica, que primero no sabe qué hacer con el extraterrestre que la tripulaba, pero finalmente lo adopta y lo ayuda para que pueda retomar su viaje.

Personaje a medio camino entre un simio y un tapir, aficionado a comer gatos, que durante cuatro temporadas y un film mediocre, llenó las pantallas de líos relativamente graciosos rematados con la frase: “¡No hay problema!”.

Recientemente, el actor Ryan Reynolds –quien proclama sentir un “amor irracional” por el personaje- anunció que su productora proyecta la vuelta del ciclo, en cuanto se solucione la actual huelga de guionistas e intérpretes en los Estados Unidos.  

Tan popular fue aquel alienígena de Melmac que tuvo varios sucedaneos, como el argentino de Las locuras del extraterrestre (Carlos Galettini; 1988), una comedia estrenada en vacaciones de invierno, protagonizada por Emilio Disi, Javier Portales y un bicho sospechosamente simiesco del que los y las ochenteros guardan infausta memoria.

El tiempo pasa, pero la voluntad de aprovechamiento comercial continúa, ya que el 14 de julio último lanzaron C.h.u.e.c.o, una sitcom coproducida por empresas de Argentina y México en la que Dario Barassi interpreta al padre de una familia del DF, que podrá disfrutar de una herencia millonaria a condición de cuidar a un mono y mantener su secreto.

La procedencia del simio –mezcla de marioneta tradicional y animatrónica- puede ser distinta, pero las situaciones, la ambientación y hasta los encuadres son flagrantemente similares.

Mientras tanto, la vieja Alf puede verse en la plataforma HBO Max, C.h.u.e.c.o en Disney+, e ideas novedosas… se buscan.