El Club Huracán de Ingeniero White se transformó en un centro de ayuda, tras las devastadoras consecuencias del temporal que azotó a la localidad y la zona.  

La respuesta de la institución deportiva a la emergencia fue inmediata. Ante la solicitud de la delegada, el club se convirtió en un centro de distribución de donaciones y refugio para las y los evacuados. Sin embargo, la magnitud de la catástrofe superó las expectativas: la rápida crecida del agua obligó a trasladar a los damnificados y damnificadas a distintas escuelas y, finalmente, a Bahía Blanca. A pesar de las dificultades, continuaron con la asistencia durante varios días, hasta que el corte de la ruta complicó aún más la situación.

“Todas las donaciones que llegan al club las distribuimos entre la gente. Hay personas que seleccionan la ropa, que ya no podemos recibir más porque tenemos un gimnasio entero completo, y a la mercadería la organizamos en bolsas. También entregamos agua y lavandina que dejamos en la vereda para quienes lo necesiten, y hubo gente que nos pidió las instalaciones para hacer viandas. Trabajamos bastante duro todos estos días y esperemos que todo se normalice lo más rápido  posible”, explicó el secretario del Club Huracán, Pablo Roa.

Por su parte, la entidad enfrenta un futuro incierto ya que las actividades deportivas, vitales para la comunidad, se encuentran paralizadas. “Fuera de esta tragedia tenemos una escuela de patín, pero el predio todavía está inundado, y hay fútbol. No podemos realizar los entrenamientos para los chicos, porque no tiene desagote y  sacar el agua sería perjudicial para los vecinos. Estamos muy preocupados por cómo vamos a afrontar los gastos de lo que se viene del año. Así que no solo nos hizo daño materialmente, sino también a futuro”, finalizó.