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‘CEMIYA’ es un proyecto local que, a partir de la experiencia de una compañía de teatro accesible, inclusiva y diversa, que lleva el mismo nombre, se propuso trabajar en beneficio de la accesibilidad cultural.
El laboratorio orientado a repensar los modos en que se desarrolla la gestión cultural, está impulsado por las docentes de Educación Especial, Carolina Romano Daglio y Agustina Casali. Ambas parten desde la certeza que la accesibilidad cultural implica igualdad de condiciones en la participación de cualquier actividad o manifestación enmarcada en la cultura.
“Tenemos un taller de teatro para personas en situación de discapacidad, que nos motivó y nos impulsa a tratar de investigar, porque nuestro alumnos no pueden acceder a la cultura, con lo que esta implica para cualquier persona y sociedad. Es vital que todas las personas puedan acceder al acervo cultural”, comenzó Carolina.
La falta de conocimiento al respecto es una de las principales limitaciones actuales. “Nosotras somos docentes. Nuestra misión es enseñar y, como tenemos experiencia y formación en el ámbito teatral, nos propusimos empezar a divulgar. La gente no accesibiliza sus productos, y en Bahía hay un montón de propuestas culturales buenísimas. Por desconocimiento, no por maldad, no se piensa en hacer algún tipo de ajuste que pueda ayudar a que más gente acceda”, explicó.
Y, siguiendo esa línea, agregó: “Habría que naturalizar el hablar en lenguaje claro, sin palabras rebuscadas y el uso de la letra imprenta mayúscula. Igualmente, no toda la gente está alfabetizada, o hay gente que sí lo está y no puede leer, por ejemplo, lo que es manuscrita. La imprenta mayúscula es una tipografía accesible para usar, por ejemplo, en un flyer. Lo mismo ocurre con los intérpretes en lengua de señas. En lo que es cultura, vas a ver una obra de teatro o un recital y no hay”, dijo.
El taller de teatro comenzó en 2018, mientras que el laboratorio empezó a gestarse entre el 2020 y el 2021. “Acumulamos un montón de información, porque hacíamos capacitaciones, en las computadoras, teléfonos, chats, hasta que necesitamos encontrar qué hacer con tanto. El año pasado, nos pusimos a ordenarla, categorizarla y armamos una guía de trabajo para que todo aquello quedara plasmado”, recordó.
Por su parte, la propuesta teatral que en la actualidad cuenta con unos 10 chicos y chicas, es abierta a todo público. “Nos pasa que cuesta que se mantengan en el taller personas que no tienen discapacidad. Salvo que sean muy conocidos o que tengan familiares y estén acostumbrados a la diaria con personas en situación de discapacidad. Como grupo hemos participado en los Juegos Bonaerenses, pasamos a la instancia en provinciales, y en festivales. Hacemos cosas muy copadas”, detalló.
Otro punto a destacar es que las obras de teatro que realizan están atravesadas por cuatro ejes necesarios, que se deben trabajar de manera simultánea y transversal, para alcanzar diferentes niveles de accesibilidad: infraestructura, comunicación, contenido y recursos humanos.
El año pasado fue muy enriquecedor para el proyecto, en varios aspectos. Por un lado, pudieron concretar la Guía de Trabajo en Accesibilidad Cultural, disponible en formato digital, para lo que contaron con el auspicio del Puerto. Y, por el otro, se presentaron en distintos lugares con la adaptación de la obra ‘El Principito’.
“Tuvimos una experiencia muy emocionante en la escuela local especial para personas multimpedidas N°507. La obra duraba unos 13 minutos, pero previo a eso hicimos que recorrieran la escenografía. Teníamos una maqueta hecha en 3D, que marcaba las tres escenas, y pudieron tocar y sentir el espacio donde estaban los elementos y los actores. Todo eso aproxima al espectador a tener una idea previa de, por ejemplo, lo que luego va a escuchar pero no ver. Eso duró 40 minutos”, contó.
Asimismo, trabajaron con la banda ‘Soldadores sin careta’. “El 15 de diciembre en el Rossini dieron un recital y pudimos intervenir con unas herramientas para personas sordas: globos que al vibrar y estar los parlantes ubicados de determinada manera, generan un sonido envolvente que permite sentir la música; hubo dos intérpretes arriba del escenario; e hicimos el plano de evacuación y un código QR al cual accedías a las letras de las canciones en imprenta mayúscula. En la Fiesta del Camarón y el Langostino, volvieron a tocar y fuimos con ‘CEMIYA’ a hacer esto mismo”, relató.
El proyecto también está en contacto con la Red de Espacios Culturales Independientes (ECI), con el objetivo de accionar en conjunto con otros músicos y músicas locales. “La idea es seguir divulgando y poder aplicar las herramientas existentes. Para esto no se necesitan grandes recursos económicos. Es voluntad y hacer un trabajo previo, que vale la pena. Hay que trabajar mucho en esto de mostrar, de dar a conocer”, finalizó.
Los y las interesadas en saber más sobre la iniciativa pueden visitar el Instagram de la compañía de teatro o el del laboratorio, o el canal de YouTube; y quienes quieran aportar su opinión en la encuesta sobre accesibilidad, lo pueden hacer en este enlace.
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