Profesionales del INTA confirmaron que ellas mantienen el flujo de carbono y mejoran su calidad.

Las raíces favorecen al ecosistema al estabilizar el carbono (C) de la atmosfera en el suelo. Un C más eficiente que el derivado de los residuos en la superficie y con mayor tiempo de persistencia en el terreno.

Diferencias  demostrada en el estudio del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, “Roots are the key for soil C restoration: a comparison of land management in the semiarid Argentinean Pampa” – Las raíces son clave para la restauración del C en el suelo: Una comparación del manejo del terreno en la pampa semiárida– fue publicado en el Soil and Tillage Research, un diario especializado en las ciencias aplicadas a los procesos y  productividad de la superficie terrestre.

El trabajo fue realizado en una finca de la pampa semiárida con cuatro técnicas de manejo del suelo (2019-2021): pasto natural, rotación cultivo-pasto, monocultivo de soja y cultivo de cobertura.

La biomasa aérea y radicular se cuantificó al finalizar el cultivo de cobertura al florecer la soja, y se determinaron los residuos en la superficie del suelo dos veces al año, mostrando que el carbono y el nitrógeno de las raíces fueron los principales factores de la abundancia de microorganismos del suelo, por el contacto directo entre las raíces y la matriz de dicho suelo, la accesibilidad del material particulado y los exudados radiculares que actúan como señales químicas estimulando los microorganismos aspectos que explican esta relación entre el sistema radicular y la microbiana.

Por lo que incluir cultivos de cobertura y pasturas en la rotación proporciona un sistema de raíces vivo durante todo el año favoreciendo el ciclo del C y su estabilización en el suelo.