La Cooperativa de Trabajo Mieles Pampa, con sede en la ciudad santafesina de Rufino, cuenta con 23 asociados y produce miel pura de abeja a través de un sistema denominado apicultura trashumante.
Raúl Ibáñez, socio de la cooperativa, explica que esta forma de producción se dio a partir de que la zona donde producían fue “copada por la soja”: “Rufino queda en la rutas 33 y 7. Antes, era la capital nacional de la ganadería y hoy es lo que se denomina zona núcleo, donde está la tecnología de punta y donde más hectáreas de soja se siembran. Ser la capital nacional de la ganadería implicaba gran producción de miel por estar esta última relacionada a la producción ganadera. Pero la soja se llevó todo eso, así que esta situación nos obligó a desplazarnos a otras zonas, como Entre Ríos y San Luis, y practicar otro tipo de apicultura: la trashumante que es cuando movés tus cajones de un lugar a otro para poder producir.”
Con relación a esto, Ibáñez relata una experiencia que llevaron adelante con varios ensayos de producción mixta de miel relacionada a la de alfalfa. “Todos los estudios que hicimos arrojan que no podemos competir nunca con la soja. Hemos sembrado pastura con finalidad apícola ganadera y en lotes de socios de nuestra cooperativa, con el fin de ver si teníamos algún resultado que nos permitiera seguir quedándonos en el territorio, pero todos los números indicaron que no podemos competir con la soja. A partir de esto que pudimos comprobar tuvimos que irnos porque no había forma de tener colmenas en ese lugar. El primer sitio donde nos trasladamos fue Serena, en la provincia de San Luis, y después nos fuimos a una zona de Maciá, en Entre Ríos. También anduvimos por Córdoba, llevando colmenas de un lugar a otro”.
A problema repetido, solución cooperativa
Al momento de iniciarse la cooperativa, hubo varios jóvenes en su conformación de distintos puntos de la región donde sucedía lo mismo, como Las Rosas, Alcorta y María Teresa, entre muchas otras. “Muchos de los chicos que estaban estudiando ingeniería agrónoma se sumaron a la cooperativa. Para trasladar colmenas necesitábamos también la fuerza joven. En esa primera etapa, los chicos empezaron con el armado de colmenas y, además, elaboraban productos alternativos a la miel como escabeches de liebre, vizcacha y de origen vegetal. Si teníamos acceso a algún punto de comercialización también vendíamos estos productos y esto los ayudaba en sus ingresos para seguir estudiando. Entonces gestionamos un aporte del Ministerio de Trabajo, que era la línea 1. Eso les permitió a siete chicos que estaban en la Universidad de Agronomía recibirse”, resalta el cooperativista.
Y en ese línea destaca también la importancia de que la cooperativa, amén de dedicarse a la producción y prestar servicios, haya acompañado la etapa en la que los chicos estaban haciendo sus carreras: “A esta altura, si tenemos que contar cuáles han sido nuestros logros, más que contar kilos de miel contamos profesionales. Eso tiene un valor tremendo para nosotros”.
La Federación Argentina de Cooperativas Apícolas y Agropecuarias Ltda. (Facaal) surgió a partir de una iniciativa de la Cooperativa de Trabajo Mieles Pampa, cofundadora junto a seis cooperativas más. “La inquietud nace luego de dos años de tener la cooperativa, a partir de tener conocimiento de otras organizaciones del sector y de compartir preocupaciones parecidas. Desde la formación de Facaal nuestra cooperativa ocupa la presidencia. Siempre que se han renovado autoridades la asamblea nos ha dado la confianza, y toda nuestra empresa social está involucrada directamente con la federación, participando activamente de cada actividad que se lleva a cabo”.
Cabe destacar que Facaal es una federación de alimentación que reúne a 84 cooperativas diferentes puntos del país, siendo la última en incorporarse la empresa social Las Tunas, productora de yerba mate y oriunda de Misiones.
Futuro incierto
Retomando las actividades de la cooperativa, y a la hora de realizar un balance sobre la coyuntura actual, Ibáñez reflexiona: “Nosotros venimos de una situación complicada y esta situación creo que nos pone el arma en la cabeza. Porque la producciones las tenemos a 600 kilómetros de donde vivimos, entonces tenemos un gran costo para movernos y poder revisar las colmenas, curarlas, hacer nuestro trabajo. Antes teníamos un número para poder viajar y hacer ese trabajo, más que nada por los costos del combustible, que es muchísimo más caro que en Buenos Aires. A nosotros se nos hace cada vez más difícil, entonces reducimos las visitas a la producción y eso afecta, porque no estamos en los momentos en los que tenemos que estar y los resultados son cada vez peores”.
En caso de continuar con este contexto desfavorable, desde Mieles Pampa barajan diversas opciones, entre ellas, reconvertir la producción. “Seguir con la producción de miel en estas condiciones es muy difícil. Analizamos la producción de cerveza artesanal y de algún otro derivado que tenga que ver con el trabajo más local y no implique tener que viajar de un lugar a otro”, concluye.
Fuente: Trabajo Cooperativo y Prensa CNCT.