Una serie cosmopolita, multicultural, jazzera y dramática por igual. 

Después de ir al espacio con El primer hombre en la luna (2018) Damien Chazelle volvió a la temática musical que le dio tantos premios; como productor y director de los dos primeros episodios de la serie The Eddy, coproducida por Reino Unido, Alemania, Estados Unidos y Francia y estrenada por Netflix en mayo pasado. 

La acción se sitúa en el París contemporáneo –pre pandemia obviamente-y en el club de jazz del título y protagonizada por ese género musical y un elenco integrado por músicos reales y actores no demasiado conocidos salvo el francés Benjamn Biolay y la polaca Joanna Kulig -recordada protagonista de Cold War (Pawel Pawlikowski; 2018)- que encarna a la cantante de la banda. 

Uno de los dueños del club es Elliot Udo –André Holland-, un compositor estadounidense que trata de impulsarlo mientras recoge los pedazos de una vida que se complica más con la llegada de su hija adolescente y un asesinato fuera del local que pone a todos en la mira de la policía. 

Ocho episodios de una hora, con dramas personales –quizás demasiados-, romance, suspenso, negocios sucios y mucha música en una mezcla marcada por el estilo visual y narrativo de Chazelle, aunque el creador y guionista sea Jack Thorne, que falla al demorarse en detalles y acierta en la estructura que dedica cada episodio a un personaje distinto y desarrolla en segundo plano la línea de relato compartida, hasta el final abierto que probablemente sea el final y punto, ya que pasaron meses desde estreno y no se confirmó una segunda temporada.  

Aun así, el conjunto va a satisfacer tanto a los jazzeros como a los espectadores que busquen una trama fuera de la fórmula al uso.