El lema publicitario promete: “Descubrir el pasado. Salvar el futuro.”, pero el largometraje lo cumple a medias.

La comedia fantástica Cazafantasmas (Ivan Reitman; 1984) fue un éxito y rápidamente alcanzó la categoría de clásico, pero no ha tenido mucha suerte con las secuelas. 

Cazafantasmas II (Ivan Reitman; 1989) recuperaba al equipo original completo, pero el guión rengueaba; la tercera recién llegó en 2016 dirigida por Paul Feig con protagónicos femeninos y fue tan vapuleada en las redes por fanáticos sexistas que no tuvo visibilidad o continuidad y ahora, Ghostbusters: el legado vuelve a intentar  reverdecer la nostalgia y los laureles. 

Para lograr esto último se contrató a Jason Reitman como director – hijo del de los dos primeros títulos-, un nuevo elenco con intérpretes de lujo y se comenzó la acción con la hija de uno de los primitivos cazafantasmas –Carrie Coon- mudándose a la desvencijada granja de su fallecido padre junto a sus propios hijos de doce y quince años. 

La niña –Mackenna Grace- heredó el talento científico del abuelo y descubre su laboratorio secreto y sus esfuerzos por evitar un apocalipsis fantasmagórico; una tarea arriesgada que pronto deberá continuar ella misma con ayuda de su profesor de ciencias- Paul Rudd- , su hermano –Finn Wolfhard- y sus amigos –Logan Kim, Celeste O`Connor-. 

Los personajes y la mayor parte de la trama atrapan, pero el cuarto final contradice el propósito de relanzar otra generación de cazafantasmas para nuevos públicos  y no obstante el emotivo homenaje a Harold Ramis y el despliegue de CGI, se resuelve en un Fan Service especulativo, que desconcertará a muchos recién llegados.  

Ficha técnica/ Dirección: Jason Reitman. Guión: Gil Kenan, Jason Reitman. Música: Rob Simonsen. Fotografía: Eric Steelberg. Origen: USA, Canadá- 2021. Calificación: Sólo apto para mayores de 13 años.