Tom Hanks al frente de esta segunda versión cinematográfica de la exitosa novela escandinava.

No hay que dejarse confundir por el título local, ni por los trailers que parecen ir para el lado de la comedia familiar al estilo Hallmark, porque Un vecino gruñón es un drama lacrimógeno.

El protagonista es Otto Anderson– Tom Hanks con la sonrisa cancelada-, un sexagenario que hace pocos meses perdió a su compañera de toda la vida y está lejos de superarlo.

Además, debió jubilarse a regañadientes, el barrio por el que siempre se ha preocupado está a merced de una inmobiliaria inescrupulosa y cada cosa le da pie para una rabieta; en especial el entusiasmo y las torpezas de la joven familia que se mudó a la casa de enfrente.

La trama recuerda a la de la serie After Life (2019) sin el sarcasmo infeccioso de Ricky Gervais, pero es la remake de Un hombre llamado Owe (Hannes Holm; Suecia-2015) basado en el best seller homónimo escrito por el sueco Fredrik Backman, que fue dirigida por el alemán Marc Foster, cuya variopinta filmografía demuestra su capacidad abordar casi cada género tan efectiva como impersonalmente.

En este caso ha vuelto a lograr un film correcto, que seguramente ha evitado al público estadounidense el engorro de leer los subtítulos de la primera versión, pero que no aporta otra novedad  que las interpretaciones, destacando la de Hanks como el deprimido Otto y la de la mexicana Mariana Treviño como la marchosa Marisol.

Una excusa soñada, para que lloren quienes quieran llorar.

Ficha técnica/ Dirección: Marc Forster. Guion: David Magee. Música: Thomas Newman. Fotografía: Matthias Koenigswieser. Intérpretes: Tom Hanks, Mariana Treviño, Rachel Keller, Truman Hanks. Origen: USA, Suecia -2022. Calificación: Sólo apto para mayores de 16 años.