El nuevo opus de Christopher Nolan da que hablar dentro y fuera de la pantalla.

Los largometrajes del director  Christopher Nolan pueden gustar más o menos, pero su estilo visual preciosista y el impacto de sus tramas intrincadas son innegables y cuando a pesar del secretismo del rodaje se supo que volvía a una de las paradojas temporales que parecen fascinarlo, empezó la expectativa. 

 Expectativa que creció con la difusión de los teasers y trailers de Tenet a fines del año pasado, porque dejaban  entrever una trama de espías internacionales con mucha acción y un giro fantástico, como si James Bond hubiera pasado al otro lado del espejo con la Alicia de Carroll.  

El estreno debió posponerse por la pandemia y porque Nolan rehusó hacerlo online, pero finalmente el 26 de agosto llegó a Europa y Asia y el 6 de septiembre a Estados Unidos, donde hay algunas salas abiertas y aun con el aforo disminuido sumó unos 150 millones de dólares -hasta el momento-, lo que es bueno en las presentes circunstancias y malo para un presupuesto que superó los 200.  

Aunque la notoriedad de Tenet puede provenir del lado oscuro, porque al estrenarse en pocos países se ha convertido en el film más buscado para visualizaciones y descargas ilegales y desgraciadamente, en vehículo de fakes –el menor de los problemas- y de ransomware.

Es decir, que el fanático ansioso que intenta acceder a una copia non sancta desde su dispositivo, se arriesga a que este sea literalmente capturado por hackers que pedirán un rescate en dólares o bitcoins, para devolverle el control en el mejor de los casos. 

Un llamado a cultivar la paciencia y esperar el estreno local programado para el 8 octubre, aunque eso está por verse… como el propio film.