Por Lucía Argemi, para la Cooperativa de Trabajo EcoMedios Ltda.

Para Maximiliano Pozzer, escribir es una manera de respirar, donde cada frase puede ser un recuerdo y cada párrafo, una experiencia que lo define. Sus textos son un testimonio de que la vida, a veces, también se encuentra en las páginas.

Con la certeza de que las palabras sonun camino de aprendizaje y crecimiento continuo, sus creaciones no solo nacen de la necesidad de expresar lo que lleva dentro, sino también de la influencia de su entorno académico y profesional. Cada encuentro, cada espacio compartido, se convierte en una oportunidad para enriquecer su producción y expandir sus horizontes. Su labor como gestor cultural complementa esa búsqueda personal, por lo que impulsa iniciativas que promueven la lectura y las letras como herramientas de transformación individual y colectiva.

“Escribir significa que todavía estoy vivo, que tengo ganas de vivir. Es como una meta, algo que me pone a prueba la mente constantemente, y me permite expresar esas cosas que todavía valen la pena decir o compartir, y poner a prueba lo que sigo aprendiendo en la carrera o fui aprendiendo con otras personas que escriben”, comenzó el autor, en diálogo con El Digital de Bahía.

En cuanto a la literatura, bien sabido es que a lo largo del desarrollo personal y las diversas experiencias vitales, cumple diferentes funciones. A medida que se crece y se atraviesan distintas etapas, puede ser un refugio, una fuente de conocimiento, un espejo donde verse reflejado o un estímulo para la imaginación y la creatividad. “Es un salvavidas. De chico en mi mente pasaban un montón de cosas que necesitaba sacar de alguna manera, y fue mi manera de tratar de interactuar con el mundo, con las cosas que me pasaban y que veía que pasaban cerca de mí. Fue una herramienta para salvaguardar mi estabilidad mental y las ganas de vivir y compartir con los demás”, aseguró.

A lo largo de su trayectoria, este autor ha explorado diversos géneros literarios, adaptándose a sus inquietudes y a los temas que lo interpelan en cada momento. Su obra no se limita a un único estilo o formato, sino que se nutre de la diversidad y la experimentación. Sin dudas, es un explorador incansable de las posibilidades del lenguaje y de la literatura.

“Al principio más que poesía escribía canciones, porque el rap me permitió trabajar la literatura de una manera más accesible y entender que la escritura no es algo inalcanzable o solo para personas eruditas. En realidad cualquiera puede escribir. Con el tiempo probé otro tipo de escritura, por recomendación de profesores, y ahí fue la poesía con rima, luego sin rima y diferentes formatos. Ahora apunto a escribir cuentos”, contó.

En la actualidad, se encuentra inmerso en la creación de dos proyectos que dan cuenta de la diversidad de su talento literario. Por un lado, trabaja en un libro de poemas y, por otro lado, se encuentra abocado a la escritura de un libro de cuentos. Además, ha tenido la oportunidad de participar en la publicación de una obra que, en el marco del Festival de Poesía local, reúne producciones de escritores y escritoras, e incluye algunos de sus poemas.

Desde la semilla hasta el fruto

Su viaje en la escritura comenzó alrededor de los nueve o diez años, con algunos intentos iniciales. Sin embargo, fue a los once años, en séptimo grado, cuando realmente se sumergió en este camino. En ese momento, la escritura se convirtió en una válvula de escape para liberar diversas inquietudes y pensamientos. Luego, e inspirado por la música rap, una noche se quedó escribiendo durante horas, y descubrió el poder de las palabras para expresar lo que sentía. A partir de ahí, se convirtió en un acto cotidiano que realizaba a escondidas de sus amigos, ya que no era una actividad común entre ellos.

“Una vez, un compañero del colegio me vio escribiendo la contraportada de un libro de Historia. Lo agarró y lo leyó en voz alta como para burlarse, pero al final a él y a los compañeros del curso les gustó. Ahí decidí empezar a mostrarlo y continué escribiendo por placer y para mí. En la Universidad me di cuenta que había mucha gente que escribía y me dediqué a formar un espacio donde las personas a las que les costaba mostrarse pudieran hacerlo. Ahí realmente empezó mi camino literario, con una intención más formal”, afirmó.

En ese marco, comenzó a conectar con diversas personas y editoriales, y a participar en eventos independientes, municipales, nacionales e internacionales. Su presencia en estos encuentros abarcó tanto su faceta de escritor invitado como la de coordinador y organizador de actividades. Lo que comenzó como una necesidad personal de expresión, se transformó en un compromiso con la comunidad literaria. Además, con la intención de difundir la cultura, mostrar su propia producción e inspirar a otros a crear, le dio vida a ‘Fluido Poético’, una plataforma de difusión cultural.

“Creo que en Bahía hay muchos lugares para desarrollar la literatura y la escritura. Si una persona quiere publicar va a encontrar donde hacerlo. Es cuestión de explorar las posibilidades. También hay talento. Me acuerdo que la primera entrevista que hice fue al editor de Vox y le pregunté si en Bahía había poetas y me dijo: ‘Acá levantás una piedra y te sale un poeta’. Y es así. Hay una cantidad de escritores y escritoras tremenda”, dijo.

En cuanto a lo que depara el futuro, Maximiliano alberga la esperanza de que su universo literario continúe en expansión. “Me gustaría animarme a publicar mi obra y que la gente tuviera una opinión positiva. Creo que no hay nada mejor que escribir un texto y que a una persona la haga pensar o le genere algo. Es lo más lindo que hay y sería mi mayor recompensa. Y sobre ‘Fluido Poético’, quiero retomar con  algún concurso, producciones audiovisuales más elaboradas o podcast y convocar narradores de cuentos o poemas”, finalizó.

Quienes quieran conocer más sobre sus propuestas, pueden visitar el Instagram de su plataforma de difusión cultural.