A través de un camino, y experiencias, en la música que ha sido afianzado y marcado por distintos acontecimientos que merecen ser narrados, Julián Esquivel comparte su arte con el objetivo de influir positivamente en las personas.

El momento en el que empezó con la música fue durante el ingreso a la pre adolescencia: “Cuando se empiezan a despertar un poco la rebeldía, y se dan esas situaciones de encuentro y desconexión con uno mismo. Uno empieza a descubrir el mundo, y las situaciones que se dan fuera de casa”, comenzó el músico, compositor y sesionista.

A los diez años, las conversaciones con su tío sobre lo que escuchaba lo llevaron a conocer bandas como Metallica. “Me regaló tres CD, que aún conservo”, recordó. Además, le dieron una guitarra que había en lo de su abuela con la que, tras largas jornadas de lo que consideraba un juego, pudo sacar algunas melodías.

Y, siguiendo esa línea, agregó: “A los doce años mi mamá me mandó a tomar clases y pude generar otra conexión con el instrumento. En el 2011 me integré a una banda escolar. Tocamos por primera vez frente a un público para la Fiesta de la Primavera y fue emocionante. Cuando vi a la gente saltando, sentí que quería hacer eso más seguido; que eso era para mí”.

El lado artístico  siempre presente

En el año 2015 descubrió que podía trabajar con la música luego de los reiterados llamados y contrataciones recibidos. “Dije: ‘Realmente quiero vivir de esto’. Y sentí la necesidad de rearmarme, hacer mi propio camino, por lo que un amigo me sugirió empezar a tocar como solista en la Plaza Rivadavia”, contó.

Ese mismo año, fue al hotel Four Seasons de Buenos Aires, donde se hospedaba la banda Guns N’ Roses, y tras brindarles una ceremonia de recibida, Steven Adler, el baterista fundador lo invitó a tocar en una fiesta privada. Para el 2017 su interés viró hacia el lado del baile y se sumó al grupo que hacía las coreografías para las previas y entretiempos de los partidos de básquet de la Copa América.

Gracias a esto último pudo trabajar más en la performance de sus presentaciones a lo que le sumó, en 2019, la exploración del mundo de la grabación en estudio y, en 2020, la formación en Producción Audiovisual. Además, al año siguiente, ganó una beca en el Instituto de Danza de Laura Fidalgo.

Entre las experiencias que lo han marcado también se encuentra la musicalización que presentó para el pre estreno de la película ‘Matrix 4’. “Actualmente, elijo tocar en la calle o en eventos privados en los que me contraten; hacer grabaciones o desarrollos de producción audiovisual”, detalló, en diálogo con El Digital de Bahía.

Pasión y estilo

El proceso creativo del artista bahiense es espontáneo. “Igualmente, al momento de registrar o de producir alguna idea tengo un esquema a cumplir que es claves, como el orden, la limpieza y la aromatización del espacio en el que trabajo, entre otras cuestiones. Es toda una terapia de concentración”, afirmó.

Amante del rock, pero también de lo melódico, la música electrónica y hasta el folclore, “disfruto de todo lo que produzca el bienestar y la reflexión. Creo que hacer música siempre es para mejor”, consideró que, en líneas generales, el 75 por ciento de los vecinos y vecinas apoyan su trabajo y lo reciben de forma positiva.

“Creo que lo mejor de mi profesión es la exploración interna y externa del espejismo que se genera con el público, a través de lo que emano desde mi interior. Cuando hago música en vivo transito una sensorialidad particular: emito el sonido y me vuelve un eco que me trae personas, y en cada una de ellas puedo descubrir cosas de mí mismo”, explicó.

Aquellos procesos “infinitos y diferentes” que le aporta cada experiencia es algo que disfruta mucho. “Me encanta hacerlo y me siento vivo pudiéndolo compartir con otras personas. Es como una posibilidad para, con lo que hago, dejar una huella en el planeta”, finalizó.

Quienes quieran conocer más sobre la música de Julián Esquivel, o contactarlo, pueden enviarle un correo electrónico a [email protected], o visitar su canal de YouTube, Facebook o Instagram.