El canto es una forma de expresión que permite mucho más que solo emitir sonidos; es una expresión profunda del alma, una conexión con uno o una misma y con los demás. Bajo esa premisa, la cantante Estefanía Simon comparte su arte, aquel que a través de su voz cautiva y con cada canción demuestra la pasión con la que desarrolla su profesión.

La música, como forma de arte sonora siempre fue parte de su vida, ya que convivía con ella hasta en los pequeños actos cotidianos compartidos en el hogar familiar. Durante la infancia, como iba a una iglesia evangélica con sus padres, fue que se empezó a involucrar. De hecho, le regalaran una guitarra que rápidamente se convirtió en su juguete preferido. Estefanía a sus cinco años ya sabía que quería cantar; que sería cantante.

“A los 15 años, vino un amigo a casa, yo no sabía que estaba, y me escuchó cantando. Me dijo que lo hacía muy bien y me invitó a cantar en su banda.  A los meses, tocamos por primera vez en un evento que se había hecho en la Escuela Media N° 3, un sábado. Fue una sensación hermosa. Si bien no había cantado frente a un público antes, me sentí como en casa. Era lo que tenía que pasar”, recordó.

Un año antes de aquella experiencia, la artista había comenzado a estudiar en el Conservatorio bahiense el instrumento saxo. Luego, por distintas cuestiones de la vida se alejó un poco de todo ese mundo. “Estudié otras cosas y cuando estaba cursando la carrera de Psicología, la cabeza me hizo un clic y me di cuenta de que por más que me gustaba, no sería feliz. Así que retomé la formación musical: primero canto lírico y después canto popular”, contó.

Canciones que llegan al corazón

Si bien escribió algunas cosas, sus presentaciones tienen más que ver con plasmar su impronta a distintos clásicos de variados estilos. Consciente de que aún falta para que la carrera profesional de los músicos y músicas sea más valorada y rentable, pone lo mejor de sí para que sus interpretaciones y propuestas le posibiliten al público experimentar la música desde la que considera una de sus características más lindas: una oportunidad de disfrute.

“Cantar es plenitud. Es el lugar donde me expreso y donde me dejo ser también; donde permito que lo que está dentro de mí se revele, lo que hay en el corazón. Creo que a los sentimientos más profundos los sacamos de esa manera. Y está buenísimo porque a veces uno como intérprete canta canciones que no son propias, pero las empezás a sentir tan tuyas que un poco se vuelve así”, explicó.

En la actualidad, Estefanía conforma un dúo de folklore con el artista Lucas Magallán, con quien están por grabar un EP; con su amiga Belén Agesta hacen canto con caja y tocan música del norte de nuestro país y brindan algunos talleres; integra una banda de salsa y bachata, llamada ‘Alma Latina’; y brinda clases particulares de canto, tanto en su casa como en el teatro de Ingeniero White.

Según su experiencia, la escena musical bahiense tiene la fortuna de contar con vecinos y vecinas que acompañan las distintas fechas propuestas por los y las artistas. “Apuestan bastante por la cultura local. El público que tenemos está bueno, porque por ahí no te conoce y después se transforma en espectadores fijos. Además, entre los músicos locales existe esto de apoyar al otro. Si tenés un amigo o una banda conocida, o vas a tocar con un grupo local, se suman a escuchar y acompañar, y eso está buenísimo”, finalizó.

Quienes quieran conocer sobre sus proyectos y próximas presentaciones, o bien sumarse a sus clases de canto, pueden visitar su Facebook, Instagram y, o canal de YouTube.