Los posibles riesgos de consumir ostras del Pacífico
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Ciencia y Medio Ambiente

Este bivalvo actualmente forma parte del paisaje del estuario de Bahía Blanca pero esto no siempre fue así.

El primer registro de esta especie en el lugar lo hicieron Sandra Fiori, investigadora del IADO-CONICET, y Eder Dos Santos en el año 2010 y desde ese momento se ha expandido de tal forma que invade la mayoría de las costas del estuario donde tiene una superficie dura donde asentarse.

Crassostrea gigas no es originaria de los mares argentinos sino que fue introducida en Bahía Anegada con fines comerciales en 1981 y por su rápida dispersión alcanzó una distribución geográfica inmensa. La problemática ecológica que esto implica para la comunidad autóctona de nuestro estuario ya ha sido abordada en la nota “Las ostras del Pacífico, un problema que vino para quedarse”, pero también es importante considerar que estos bivalvos podrían acarrear un inconveniente en la salud pública si los mismos son consumidos crudos o insuficientemente cocidos.

Las ostras son organismos filtradores, es decir que se alimentan filtrando gran cantidad de agua; junto a los nutrientes incorporan y acumulan en sus tejidos sustancias, compuestos y bacterias que se encuentran en sus alrededores. Por esto, son útiles como bioindicadores, son organismos que se estudian para conocer el índice de contaminación de su ambiente , ya que se ha demostrado a través de estudios que pueden concentrar los contaminantes del agua circundante hasta 100 veces.

Por esta característica, las ostras pueden poseer sustancias tóxicas como metales pesados o bacterias potencialmente patógenas, esto es que tienen la capacidad de provocar enfermedades a las personas.

Estudios bacteriológicos

Varios especialistas, tanto de la Universidad Nacional del Sur como del Comité Técnico Ejecutivo de la Municipalidad, han estado monitoreando por años a estos organismos, los informes están disponibles en la página de la Municipalidad. En sus estudios, han confirmado la presencia de bacterias potencialmente patogénicas como lo son las especies del género Vibrio.

Entre las más conocidas, y además habitantes naturales de los ambientes marinos, se encuentran Vibrio cholerae, transmisor del cólera, y Vibrio parahaemolyticus, productor de gastroenteritis. Las epidemias producidas por estas especies se han asociado históricamente a zonas tropicales y subtropicales, sin embargo se han reportado brotes en regiones con aguas de muy baja temperatura como en el sur de Chile, Alaska, entre otras. Con el aumento de la temperatura producto del cambio climático y la globalización de los mercados, la distribución geográfica de estas bacterias se ha ampliado y por lo tanto su presencia en el estuario bahiense no es tan inesperada.

Sin embargo, el hallazgo de las especies mencionadas no necesariamente implica un riesgo asegurado a la sociedad ya que para que provoquen las enfermedades deben ser cepas patogénicas y no todas lo son. En el caso de las ostras de Bahía Blanca, el problema radica en que se desconoce la cantidad de estas bacterias en sus tejidos y si son portadoras de los genes de toxicidad, es decir que faltan estudios de calidad bacteriológica adecuados.

Igualmente, la presencia confirmada de estos vibrios, tanto en las ostras como en el agua y sedimento del estuario que también son monitoreados, debería alertar, incentivar y aumentar los estudios en la temática para prevenir cualquier foco de infección. En principio, desde CONICET existen proyectos enfocados en su estudio y además recientemente crearon una plataforma digital para que la gente pueda colaborar con registros de asentamientos de la ostra del Pacífico en el estuario.

La difusión de esta información es importante para prevenir y concientizar a la comunidad del riesgo de consumir estas ostras crudas o insuficientemente cocidas ya que de esta forma no se elimina a las bacterias potencialmente patogénicas.

Categoría: Ambiente
2021-08-25 17:12:52
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