La fábrica de productos de belleza de Soldini consiguió las habilitaciones necesarias y ya está para ponerse en marcha. Mientras se espera la materia prima, sus trabajadores celebran haber tomado la decisión de recuperar la fuente de laburo y empujar por casi cuatro años.
“Todos le dimos para adelante, sino, no llegábamos hasta acá”, dice Ramón Arias, presidente de la cooperativa de trabajo Prunelle. “Acá” es un galpón de Soldini recuperado, en condiciones para producir productos de belleza y ser fuente de trabajo para 15 personas ahora, más cuando todo esté en marcha. “Todos” son las 20 personas que desde 2014 la pelearon, las que apostaron desde adentro y afuera a que Prunelle sea de sus trabajadores, las que quedaron en el camino buscando el peso para la casa y las familias que acompañaron desde la calle hasta hoy.
Y ese hoy es el momento en el que Prunelle puede empezar a producir, vender, crecer y por ende ser una fuente de trabajo. Sólo falta la materia prima, unos pesitos más para poder comprarla y arrancar. Lo demás, está todo: las inspecciones aprobadas, los permisos del juez, el alquiler del galpón. Fueron casi cuatro años de pelea para que ahora Ramón Arias, representando a todos sus compañeros, resuma: “Todos le dimos para adelante, sino, no llegábamos hasta acá”.
La cooperativa Prunelle llegó al punto clave, el más esperado: está lista para producir y vender. El último empujón es el del dinero necesario para comprar materia prima. Pero Arias remarca, calmo, que ya están los pedidos de subsidio en marcha: Ministerio de Producción de la provincia, Ministerio de Trabajo y Empleo y el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) estarán a cargo de conseguir lo necesario. Después, reitera: “El resto está. Incluso tenemos clientes y proveedores esperándonos. El apuro está porque tenemos seis meses, desde la semana pasada, para poder demostrar a la Justicia que la cooperativa es viable”.
La cooperativa fabrica productos de belleza: champú y crema de enjuague, cera depilatoria, crema para la piel, gel para el cabello, entre otros. Prunelle está emplazada en Soldini. Es un terreno grande, con mucho verde y dos galpones. Mientras fue una empresa, la fábrica funcionaba en los dos espacios.
Desde el abandono a su recuperación, es decir, durante estos últimos cuatro años, los trabajadores cortaron el césped y cuidaron las instalaciones. Las familias y los vecinos de Soldini acompañaron, entre trámites, asambleas y tiempos burocráticos, el proceso de apropiarse del espacio. De los 20 que ocuparon la fábrica quedaron 15. Arias no se desespera: sabe que si se ponen a full, enseguida entran pedidos, y también enseguida se necesitaría gente nueva. Esa posibilidad, en los tiempos que corren, es más que una razón para celebrar.
Prunelle funciona como cooperativa de hecho desde 2014. El conflicto, sin embargo, comenzó en octubre de 2011, cuando los antiguos dueños vendieron más de la mitad del paquete accionario de la firma. El proceso que siguió a la venta fue el de vaciamiento total de la fábrica. Los trabajadores dejaron de percibir salario en mayo de 2014 y el 15 de septiembre de ese año amanecieron con las puertas del lugar cerradas con candado.
Fue a partir de ahí que comenzó la recuperación de la fuente laboral por parte de sus trabajadores. La quiebra llegó con el fin de año y en julio de 2015 fue el turno de la matrícula que certifica a Prunelle como cooperativa de trabajo. Dos años más tarde, en 2017, fue el turno del acuerdo con el dueño del galpón. Prunelle se quedó con el más chico y el otro fue cedido para alquiler. Con el contrato en mano, la inspección de farmacia y de Anmat, los trámites que restaban, fueron posible. Y con eso, la pintura y el óxido arreglado, llegó la habilitación. “Así ocurrió todo”, dice Arias, como poniendo punto final a una historia.
Fuente: El Eslabón, producido por la Cooperativa de Trabajo La Masa.