El Centro de Catalanes Bahía Blanca, Casal Catalá, fue fundado en 1912 y, desde aquellos tiempos, propone un espacio de encuentro entre los inmigrantes que llegaron al país y las raíces y costumbres traídas y heredadas.

Elisabet Mena de Sardá es catalana por adopción y forma parte de una familia que siempre ha mantenido un fuerte arraigo cultural. Los primeros en llegar a Bahía Blanca, en 1950, fueron los padres de su esposo, lo que motivo el arribo del resto de integrantes: cuatro hermanos, con sus padres, la hermana de la abuela y una tía que ejercía de ‘padrina’, tal y como ellos denominan dicho rol.

“Todos terminaron afianzándose y desarrollándose en Bahía. En el caso de mi suegro, era perito avícola. Venía de tener animales y cultivos, así que compraron una tierra e instalaron una empresa avícola. Mi esposo creció en un ámbito donde se hablaba estrictamente catalán, por lo que primero aprendió aquel idioma y el español de forma obligada cuando empezó la escuela”, explicó.

Cuando su esposo tenía unos 20 años, formaron una familia con cuatro hijos. “La generación de mi marido pudo mantener viva su lengua hasta que falleció cada uno de los abuelos. En mis hijos se han estimulado la historia, las raíces y la cultura, por lo que hoy entienden el catalán perfectamente, pero no sé por qué razón no han desarrollado el habla catalana. A mí me pasa lo mismo”, contó.

Presencia

El Casal Catalá representa a la comunidad catalana de Bahía Blanca y la zona, desde el 6 de octubre de 1912. Al igual que todas las instituciones extranjeras, y en este caso desde hace 111 años, se propuso promover la cultura y el impulso de actividades sociales. Fundada por inmigrantes catalanes, en la actualidad cuenta con más de 100 socios y socias.

“Tratamos de mantener viva la presencia de la institución, a través de la participación de todas las actividades culturales y espacios que propone la ciudad. Nuestros ejes primordiales son: el lenguaje, respecto a los que estamos tratando de retomar los cursos de catalán; la difusión gastronómica, para lo que hacemos comidas propias de la región catalana; y la presencia en distintos eventos. Además formamos parte del Centro de Colectividades Extranjeras”, detalló.

Como representante de una agrupación que trabaja por mantener viva la tradición, consideró la existencia de una cuestión natural en aquella tarea: “Tiene que ver con las prácticas culturales de las generaciones experimentadas que se van trasladando a los niños, que son quienes reciben la herencia cultural de sus pueblos a través de la convivencia con los adultos, y que lo van haciendo propio”.

En su caso, sus hijos, nietos de inmigrantes, han podido incorporar muchas cuestiones porque convivieron con sus abuelos y abuelas hasta no hace mucho tiempo. “Pero es muy difícil poder instituir la tradición, cuando alguien no la ha tenido de forma directa. Por eso es importante la presencia de las instituciones, y su gran trabajo, para estimular y generar ese interés en mantener vivas las costumbres”, finalizó.

Quienes quieran conocer más sobre las propuestas e iniciativas del  Centro de Catalanes Bahía Blanca, Casal Catalá pueden visitar su Facebook.