El equipo de Impronta fue el encargado de poner en valor el escaparate de la esquina de San Juan y Alem. Con el compromiso de hacer trabajos de calidad, respetando lo que piden los y las clientes, se propusieron salir del clásico estereotipo de carpintería metálica, y desarrollar cada idea de la mejor manera.

Parte del patrimonio histórico local, la estructura ubicada sobre Alem, en la vereda de la casona de la universidad, reabrió sus puertas. “El kiosco se llama Tabaquito. Hicimos todo, hasta la parte del toldo. Nos enorgullece que nos llamen para este tipo de trabajos”, comenzó el encargado del taller, Franco Fiorini.

En manos de un privado, el contacto llegó gracias a otro trabajo que Impronta había realizado en la cervecería Prisma. “Me dijo: ‘Te doy la llave y vos venís cuando puedas’. Lo primero que le pedí fue limpiarlo por completo, ya que el lugar parecía congelado en el tiempo. Había cerrado al inicio de la pandemia”, recordó.

Y, siguiendo esa línea, continuó: “En las estanterías encontramos cosas de la década del 90. Había monedas de un centavo y billetes antiguos. Todo lo guardamos en una cajita y se lo dimos al dueño. Luego, comenzamos a buscar información ya que la estructura es un octógono. Tiene ocho caras”.

Proceso de restauración

El paso a paso del trabajo realizado implicó desde una evaluación de rigidez estructural y daños; cortes de la parte inferior del contorno; pulido, a través de cepillo de acero, de la parte inferior; y remplazo y soldadura de todos los paneles inferiores, hasta restauración del sistema de guías corredizas de los postigos superiores; impermeabilización con silicona plástica y pintura de base sintética, para proteger la estructura.

“También se trabajó articuladamente con otro oficios como, por ejemplo, un diseñador gráfico que hizo un estudio sobre el tipo de tonalidad del color. La pintura que se utilizó es un esmalte satinado. Un punto medio entre brilloso y mate. Nos basamos en la paleta de colores y tonalidades de la época”, explicó.

La realización del trabajó, además, estuvo acompañada de cumplidos de vecinos y vecinas que pasaban por el lugar. “La gente nos felicitaba, sobre todo las personas adultas, por recuperar un patrimonio. La puerta estaba abierta, entonces otros se sorprendían por lo chiquito del espacio. Era increíble la curiosidad de la gente”, dijo.

Trabajos a medida

A Franco siempre le generó mucho interés el oficio de herrero. “Soy profesor de Educación Física, pero un día sentí que era hora de impulsar este emprendimiento, y me propuse  romper ese estereotipo y prejuicio que se tiene contra ciertos oficios. Así que con una amiga de la carrera, Belén Veiga, le dimos para adelante”, detalló.

“Nos apoyamos mucho con Belén, que es quien lleva la línea estética desde las publicaciones, y me ayuda con esto de mantener una cercanía con el cliente, porque nos parece importante el asesoramiento, la explicación y recomendación, respecto a las ideas y pedidos que nos llegan”, finalizó.

Impronta es una iniciativa joven, que crece día a día motivada por la responsabilidad de ofrecer un trabajo diferente, personalizado y logrando que aquella creación cumpla la función para la que fue pensada. Los y las interesadas en conocer más sobre sus obras, o la puesta en valor del escaparate, pueden visitar su Instagram.