En algún momento de la vida, algunas personas sienten una gran curiosidad por sus raíces y, al conocerlas, expresan las historias de sus familiares inmigrantes con una pasión que confirma la existencia de lazos sanguíneos perdurables. 

La llegada de la gran colectividad croata a Bahía Blanca ocurrió a mediados de 1920, cuando se acordó la construcción del muelle de hierro en el puerto de Ingeniero White. “Mi abuelo llegó a Buenos Aires, con el oficio de tornero en metales, y trabajó en los talleres de Dock Sud, con máquinas marítimas y ferroviarias”, comenzó la integrante del Centro Croata local, Kristina Pavicic.

Por su parte, se encontró con el espacio que cobijo a dicha colectividad en 1996. “Leí en el diario que iban a ofrecer la repostería típica en el Museo del Puerto de Ingeniero White. La idea de acercarme me emocionó porque si bien sabía que mi abuelo había nacido en Yugoslavia, a la que él le decía Croacia, aún no estaba tan empapada en el tema del sentimiento”, recordó.

Tras conocer a Valentín Lauric y a varios descendientes “de quienes habían llegado a Ingeniero White”, empezó a frecuentar las actividades que impulsaban hasta que en algún momento “pasé a integrar la Comisión Directiva también”, contó, en diálogo con El Digital de Bahía.

Un poco de historia

La agrupación de croatas comenzó siendo bastante grande porque, alrededor de 1923, “llegaron unos 350 hombres, entre los que algunos pudieron traer a sus familias. Luego hubo otra ola inmigratoria. En los años 40 estaba el régimen comunista y el mariscal Josip Broz Tito creó la República Federal Socialista de Yugoslavia, conformada por: Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia. El pueblo croata sufrió mucho aquella dictadura”, expresó.

Y, siguiendo esa línea, agregó: “Esto lo escuché un poco de mi papá. Y ya en la colectividad conocí a la mamá de Valentín, Blaženka Lauric, que vivió y sufrió la guerra, y pudo encontrarse con su esposo en Argentina catorce años después de haberse ido. En la época de Perón, se recibía a los migrantes sin pedir muchos requisitos, por lo que varios eligieron este país para venir”.

En Bahía Blanca, “vivieron personas muy reconocidas por nuestra colectividad como, por ejemplo, el señor Nikola Matijević, que fue el organizador de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional del Sur (UNS) y su director durante veinte años. Todos vinieron ante la necesidad de una idea de vida mejor”, afirmó.

La actualidad del espacio

El Centro Croata tiene personería jurídica y su objetivo principal es “difundir y mantener las costumbres y la cultura de los antepasados. Somos muy poquitos los que estamos, pero armamos propuestas abiertas a toda la comunidad como compartir nuestras delicias de repostería, en distintas actividades a las que nos invitan”, detalló.

Asimismo, participan de la radio LU3 AM 1080, junto a otras colectividades extranjeras, donde “contamos costumbres, pasamos música y hablamos de novedades culturales. Notamos un gran interés por parte de los vecinos. Siempre nos escuchan cuando hacemos un stand o leen la folletería o postales. Preguntan muchísimo”, sostuvo.

Como argentina, Kristina aprecia todo lo que implica patria desde las tradiciones valorando a los escritores, por ejemplo. “En el caso de mi sangre croata, que descubrí de grande, fue encontrarme con un mundo. Cuando uno empieza a hablar y a mirar a ese abuelo que tenía sus hábitos y gustos, es imposible no compararse”.

En particular, “a él le gustaba el yogurt y a mí también. Creo que intercambiar, ponerse en contacto con eso e ir sumando cosas es lo que te lleva a interiorizarte; a querer y a disfrutar la posibilidad de difundir esas raíces”, finalizó.

Los y las interesadas en conocer más sobre el Centro Croata de Bahía Blanca, pueden visitar el grupo de Facebook, donde comparten una gran variedad de información sobre su cultura, o comunicarse al WhatsApp 291 6493015.