Una secuela que ha llegado con 36 años y una pandemia de demora.

Tres décadas después de la exitosa y patriotera Top Gun (Tony Scott; 1986), los espectadores reencontramos al Capitán Pete «Maverick» Mitchell, que conserva la misma campera de cuero, la misma moto y el mismo trabajo como de piloto de pruebas; hasta que el proyecto que desarrollaba se cancela y no tiene más remedio que preparar a un escuadrón de jóvenes colegas – entre los que está el hijo de su mejor amigo- para destruir una peligrosa planta de uranio en un país innominado.

La estructura de esta Top Gun 2: Maverick es tan similar a la de la entrega previa que tiene secuencias casi calcadas- la del piano, la del juego en la playa, la de la manera en que el maestro conoce su alumnado-, porque funcionaron antes y podrían volver a hacerlo ahora y por la nostalgia que puede acercar al público ochentero.  

Afortunadamente, el director Joseph Kosinski sabe cómo encarar las escenas de acción aérea, aunque fuera de ellas se trata de un largo “One man show” de Tom Cruise.

Para ser exactos, dos horas, 11 minutos cuyas tres cuartas partes mantienen un interés relativo entre la instrucción, las bravatas entre pilotos de diferentes rangos y el romance y la cuarta final, donde se palpita el suspenso de la misión y las varias vueltas de tuerca.

Entretenimiento subrayado por buenos temas musicales, con una pequeña  y emotiva participación de Val Kilmer y un tributo al hacer humano sobre el tecnológico, que pierde bastante de su fuerza en el contexto militar.

Ficha técnica/ Dirección: Joseph Kosinski. Guion: Jim Cashm, Jack Epps Jr. Musical: Harold Faltermeyer. Fotografía: Claudio Miranda. Intérpretes: Tom Cruise, Jennifer Connelly, Niles Teller, Jon Hamm. Origen: USA; 2022.