El Taller de confección del Centro Comunitario San Ignacio de Loyola retomó sus actividades de capacitación, para que las personas que forman parte puedan tener una herramienta que les permita generar trabajo y aprovechar las instalaciones.

El espacio había estado cerrado por motivo de la pandemia de Covid-19, pero hace cuatro meses regresó, con los protocolos pertinentes, y la coordinación de Selva Patron. Actualmente, las 9 personas que lo componen asisten dos veces por semana para realizar su producción.

“El objetivo es que ellas salgan trabajando, hacer trabajos para afuera. Eso es un sustento, un bloque de contención”, explicó Patron, y “hay muchos proyectos porque tienen buena maquinaria, y aprendemos todo lo que involucra este trabajo, como a sacar los costos, que también es muy importante para organizar la actividad”

“Estamos acá en el taller porque venimos al comedor, y de ahí surgió la idea de poder aprender”, contó una de las participantes de la iniciativa, Claudia. A sus palabras se sumó María, que expresó: “esta es la primera vez que formo parte de algo así, es algo nuevo, pero me gusta y quiero seguir aprendiendo más”.

Uno de los beneficios de formar parte del taller es que quienes asisten tienen la posibilidad de llevar a los niños y niñas que tienen a cargo, lo cual facilita su cuidado. “Nos están dando una segunda oportunidad, porque venimos al curso a aprender más cosas, nos dan una herramienta de trabajo, una manera de hacer algo aparte. Yo cuido a mis nietos, y de otra forma no podría asistir”, afirmó Eliana, en comunicación con la Cooperativa de Trabajo Ecomedios.  

Otro de los participantes, Marcelo, indicó que “me gusta mucho lo que es el trabajo dentro del taller. Acá somos todos compañeros, venimos a aprender y estamos muy unidos”.

La primera producción fue de pantalones deportivos y estuvo destinada a los niños que asisten a la escuela de fútbol del Centro Comunitario. Ahora están realizando un nuevo stock para vender al público en general que quiera comprar en cantidad.

“Hasta ahora ya aprendieron a convivir, a ser asociativos, a pensar que el otro es diferente y trae cosas de su casa, a que este espacio es para ellos. Va más allá de aprender el oficio; todos tenemos alguna necesidad, y queremos crear algo juntos”, explicó Patrón.

La experiencia tiene como meta que, una vez finalizada la etapa de capacitación, el grupo quede consolidado y pueda autogestionarse para seguir generando oportunidades laborales e incorporar más gente a medida que se permita.