Comerciantes de los locales gastronómicos realizan una evaluación de la situación, después de varias reaperturas y cierres.

Francisco Espíndola, dueño de la pizzería La Robla; Gustavo Silvente, titular de la cafetería Termoli y Santiago Orazi, de la confitería Chop Chop dialogaron con la Cooperativa de Trabajo Ecomedios acerca de la modalidad de trabajo para preservar la salud de su clientela. Las tarjetas de beneficios, el servicio de delivery y una mayor concurrencia durante la mañana, son algunas de las nuevas características de la reapertura.

Esperábamos un buen año

“El salón y el servicio de mesa, que es nuestro fuerte, cerró en marzo en un 50 por ciento. En agosto pudimos abrir el salón, lo cual representó mucho tiempo. Notamos que la gente se cuida, y no sale mucho”, contó Francisco Espíndola. La pizzería contaba con delivery desde hace 20 años, solo tuvieron que contratar a más cadetes. “Actualmente estamos abiertos de 10 a 14,30 y de 19,30 a O, en un 30 por ciento. Esto ya es algo más parecido a lo que pasaba antes. Siempre tenemos el protocolo presente, y al disponer de un salón amplio podemos separar bien las mesas”, acotó.

El trabajo con las redes sociales se intensificó y publicaron una carta virtual, esperando que la cantidad de contagios baje y pueda normalizarse la actividad.

Cuando mejore el clima

“Es un año raro e impensado, la apertura no fue la salvación. Nos veníamos manejando con delivery desde el inicio de la pandemia, y la apertura parcial pasó a complementar un poco eso pero no más. Nos hemos adaptado en todo lo que dice el protocolo”, afirmó Gustavo Silvente.

De acuerdo al pulso de las ventas, de noche no se trabaja nada, y sí de mañana. “La gente no sale y tiene todavía miedo. Estamos esperanzados de que cuando mejore el clima, vaya saliendo un poco más”.

Silvente, dueño de Termoli y la parrilla Brujas, asegura que “el delivery solo alcanza para pagar parte del sueldo de los empleados. Después no se puede pagar impuestos, ni nada externo. Llevo como empresario tres décadas, y es la primera vez que una cuestión lleva mucho tiempo”.

Nota completa en la edición N° 52 de Ecos Puntaltenses